B00CMDZOCW EBOK Page 13
MI ÚNICO Y VERDADERO AMOR
En la pared alguien ha escrito «mi único y verdadero amor». Se puso el cigarrillo entre los labios y esperó a que el tipo se lo encendiera. Era blanca y pecosa y tenía el pelo color caoba. Alguien abrió la puerta posterior del coche y ella entró silenciosamente. Se deslizaron por calles vacías de la zona residencial. La mayoría de las casas estaban deshabitadas en esa época del año. El tipo aparcó en una calle estrecha, de casas de una sola planta, con jardines idénticos. Mientras ella se metía en el cuarto de baño preparó café. La cocina era de baldosas marrones y parecía un gimnasio. Abrió las cortinas, en ninguna de las casas de enfrente había luz. Se quitó el vestido de satén y el tipo le encendió otro cigarrillo. Antes de que se bajara las bragas el tipo la puso a cuatro patas sobre la mullida alfombra blanca. Lo sintió buscar algo en el armario. El armario estaba empotrado en la pared y era de color rojo. Lo observó al revés, por debajo de las piernas. Él le sonrió. Ahora alguien camina por una calle donde sólo hay coches estacionados al lado de sus respectivas guaridas. En la avenida parpadea el letrero luminoso del mejor restaurante del barrio, cerrado hace mucho tiempo. Las pisadas se pierden calle abajo, a lo lejos se ven las luces de algunos automóviles. Ella dijo no. Escucha. Alguien está afuera. El tipo encendió un cigarrillo junto a la ventana, después regresó desnudo a la cama. Era pecosa y a veces fingía dormir. La miró dulcemente desde el marco de la puerta. Alguien crea silencios para nosotros. Pegó su rostro al de ella hasta hacerle daño y se lo metió de un solo envión. Tal vez gritó un poco. Cielo raso pardo. Lámpara de cubierta marrón claro. Un poco sucia. Se quedaron dormidos sin llegar a despegarse. Alguien camina calle abajo. Vemos su espalda, sus pantalones sucios y sus botas con los tacones gastados. Entra en un bar y se acomoda en la barra como si sintiera escozor en todo el cuerpo. Sus movimientos producen una sensación vaga e inquietante en el resto de los parroquianos. ¿Esto es Barcelona?, preguntó. De noche los jardines parecen iguales, de día la impresión es diferente, como si los deseos fueran canalizados a través de las flores y enredaderas. «Cuidan sus coches y sus jardines» . . . «Alguien ha creado un silencio especial para nosotros» . . . «Primero se movía de dentro hacia afuera y luego con un movimiento circular» . . . «Quedaron completamente arañadas sus nalgas» . . . «La luna se ha ocultado detrás del único edificio grande del sector» . . . «¿Es esto Barcelona?» . . .
MY ONE TRUE LOVE
On the wall someone has written “my one true love.” She put the cigarette between her lips and waited for the man to light it for her. She was pale-skinned and freckled and had mahogany-colored hair. Someone opened the back door of the car and she got in silently. They glided along the deserted streets of a residential neighborhood. It was the time of year when most of the houses were empty. The man parked on a narrow street of single-story houses with identical yards. She went into the bathroom and he made coffee. The kitchen had brown tiles and looked like a gym. She opened the curtains, there were no lights in any of the houses across the street. She took off her satin dress and the man lit another cigarette for her. Before she pulled down her underpants the man arranged her on all fours on the soft white rug. She heard him look for something in the wardrobe. The wardrobe was built into the wall and it was red. She watched him upside down, through her legs. He smiled at her. Now someone is walking down a street where cars are parked only next to their respective lairs. Above the street flickers the lighted sign of the neighborhood’s best restaurant, closed a long time ago. Footsteps vanish down the street, headlights are visible in the distance. She said no. She listens. There’s someone outside. The man lit a cigarette over by the window, then came back naked to the bed. She was freckled and sometimes she pretended to be asleep. He looked at her sweetly from the door. There are silences made just for us. He pressed his face against hers until it hurt and pushed himself into her with a single thrust. Maybe she screamed a little. Dun ceiling. Light brown lampshade. Kind of dirty. They fell asleep without moving apart. Someone walks down the street. We see his back, his dirty pants and his down-at-the-heel boots. He goes into a bar and settles himself at the counter as if he felt a prickling all over his body. His movements produce a vague, disturbing sensation in the other drinkers. Is this Barcelona? he asked. At night the yards look alike, by day the impression is different, as if desires were channeled through the plants and flower beds and climbing vines. “They take good care of their cars and yards” . . . “Someone has made a silence especially for us” . . . “First he moved in and out and then in a circular motion” . . . “Her buttocks were covered in scratches” . . . “The moon has hidden itself behind the only tall building in the neighborhood” . . . “Is this Barcelona?” . . .
INTERVALO DE SILENCIO
Observe estas fotos, dijo el sargento. El hombre que estaba sentado en el escritorio las fue descartando con ademán indiferente. ¿Cree usted que podemos sacar algo de aquí? El sargento parpadeó con un vigor similar al de Shakespeare. Fueron tomadas hace mucho tiempo, empezó a decir, probablemente con una vieja Zenith soviética. ¿No ve nada raro en ellas? El teniente cerró los ojos, luego encendió un cigarrillo. No sé a qué se refiere. Mire, dijo la voz . . . «Un descampado al atardecer» . . . «Larga playa borrosa» . . . «A veces tengo la impresión de que nunca antes había usado una cámara» . . . «Paredes descascaradas, terraza sucia, camino de gravilla, un letrero con la palabra oficina» . . . «Una caja de cemento a la orilla del camino» . . . «Ventanales desdibujados de restaurante» . . . No sé adónde diablos quiere llegar. El sargento vio por la ventana el paso del tren; llevaba gente hasta el techo. No aparece ninguna persona, dijo. La puerta se cierra. Un poli avanza por un largo pasillo tenuemente iluminado. Se cruza con otro que lleva un expediente en la mano. Apenas se saludan. El poli abre la puerta de una habitación oscura. Permanece inmóvil dentro de la habitación, la espalda apoyada contra la puerta de zinc. Observe estas fotos, teniente. Ya no importa. ¡Mire! Ya nada importa, regrese a su oficina. «Nos han metido en un intervalo de silencio.» Lo único que quiero es regresar al lugar donde fueron tomadas. Estas cajas de cemento son para la electricidad, allí se colocan los automáticos o algo parecido. Puedo localizar la tienda donde fueron reveladas. «Esto no es Barcelona», dice la voz. Por la ventana empañada vio pasar el tren repleto de gente. La luz recorta los contornos del bosque sólo para que unos ojos entornados disfruten del espectáculo. «Tuve una pesadilla, desperté al caer de la cama, luego estuve casi diez minutos riéndome.» Por lo menos hay dos colegas que reconocerían al jorobadito pero justo ahora están lejos de la ciudad, en misiones especiales, mala suerte. Ya no importa. En una foto pequeña, en blanco y negro como todas, puede verse la playa y un pedacito del mar. Bastante borrosa. Sobre la arena hay algo escrito. Puede que sea un nombre, puede que no, tal vez sólo sean las pisadas del fotógrafo.
INTERVAL OF SILENCE
Look at these pictures, said the sergeant. The man who was sitting at the desk flipped through them indifferently. Do you think there’s something here? The sergeant blinked with Shakespearean vigor. They were taken a long time ago, he started to say, probably with an old Soviet Zenith. Don’t you see anything strange about them? The lieutenant closed his eyes, then lit a cigarette. I don’t know what you’re talking about. Look, said the voice . . . “A vacant lot at dusk” . . . “Long blurry beach” . . . “Sometimes you’d think he’d never used a camera before” . . . “Crumbling walls, dirty terrace, gravel path, a sign that says Office” . . . “A cement box by the side of the road” . . . “Restaurant windows, out of focus” . . . I don’t know what the hell he’s trying to get at. Through the window, the sergean
t watched the train go by; it was crowded to the roof with passengers. There’re no people in them, he said. The door closes. A cop walks down a long, dimly lit hallway. He passes another cop with a file in his hand. They barely nod at each other. The cop opens the door of a dark room. He stands motionless inside the room, his back against the metal door. Look at these pictures, Lieutenant. It doesn’t matter anymore. Look! Nothing matters anymore, go back to your office. “We’ve been consigned to an interval of silence.” All I want is to go back to the place where they were taken. Those cement boxes are for power lines, that’s where the circuit breakers go, maybe. I can find the shop where they were developed. “This isn’t Barcelona,” says the voice. Through the foggy window he saw the train go by full of people. The woods are silhouetted against the light just so that half-closed eyes can enjoy the show. “I had a nightmare, and woke up when I fell out of bed, then I laughed at myself for almost ten minutes straight.” There are at least two other cops who would recognize the hunchback, but they’re away right now, on special assignments, worse luck. It doesn’t matter anymore. In a small photo, black and white like all the rest, you can see the beach and a little piece of sea. Pretty fuzzy. There’s something written in the sand. Maybe it’s a name, maybe not, it might just be the photographer’s footsteps.
HABLAN PERO SUS PALABRAS
NO SON REGISTRADAS
Es absurdo ver princesas encantadas en todas las muchachas que pasan. El adolescente flaco silbó con admiración. Estábamos en la orilla de la represa y el cielo era muy azul. A lo lejos se veían algunos pescadores y el humo de una chimenea ascendía sobre el bosque. Madera verde, para quemar brujas, dijo el viejo casi sin mover los labios. En fin, hay un montón de chicas bonitas acostadas en este momento con tecnócratas y ejecutivos. A cinco metros de donde me hallaba saltó una trucha. Apagué el cigarrillo y cerré los ojos. Primer plano de muchacha mexicana leyendo. Es rubia, tiene la nariz larga y los labios delgados. Levanta la vista, mira hacia la cámara, sonríe calles húmedas después de lluvias de agosto, septiembre, en un D.F. que ya no existe. Camina por una calle de barrio vestida con abrigo blanco y botas. Con el dedo índice aprieta el botón del ascensor. El ascensor baja, ella abre la puerta, aprieta el número del piso y se mira en el espejo. Sólo un instante. Un hombre de treinta años, sentado en un sillón rojo, la mira entrar. El sujeto es moreno y le sonríe. Hablan pero sus palabras no son registradas en la banda sonora. De todas maneras debe ser algo así como qué tal te ha ido, estoy cansada, en la cocina hay una torta de aguacate, gracias, y una cerveza en el refrigerador. Afuera llueve. La habitación es cálida, con muebles mexicanos y alfombras mexicanas. Ambos están estirados en la cama. Leves relámpagos blancos. Abrazados y quietos, parecen niños agotados. (En realidad no tienen motivos para estarlo.) La cámara los toma en gran picado. Dame toda la información del mundo. Franja azul. ¿Como un jorobadito azul? Él es un cerdo pero sabe mantener la ternura. Es un cerdo, pero es dulce su mano rodeándole el talle. El rostro de ella se hunde entre la almohada y el cuello de su amante. La cámara los toma en primer plano: rostros impasibles que de alguna manera, y sin desearlo, te apartan. El autor mira largo rato las mascarillas de yeso, después se cubre la cara. Fundido en negro. Es absurdo pensar que todas las muchachas hermosas salen de allí. Se suceden imágenes vacías: la represa y el bosque, la cabaña que tenía encendida la chimenea, el amante con bata roja, la muchacha que se vuelve y te sonríe. (No hay nada diabólico en todo esto.) El viento mueve los árboles de los barrios residenciales. ¿Un jorobadito azul en el otro lado del espejo? No sé. Se aleja una muchacha arrastrando su moto por el fondo de la avenida. De seguir en esa misma dirección llegará al mar. Pronto llegará al mar.
THEY TALK BUT THEIR WORDS
DON'T REGISTER
It’s absurd to see an enchanted princess in every girl who walks by. The skinny adolescent whistled in admiration. We were on the edge of the reservoir and the sky was very blue. A few fishermen were visible in the distance and smoke from a chimney rose over the trees. Green wood, for burning witches, said the old man, his lips hardly moving. The point is, there are all kinds of pretty girls in bed at this very moment with technocrats and executives. Five yards from me, a trout leaped. I put out my cigarette and closed my eyes. Close-up of a Mexican girl reading. She’s blond, with a long nose and narrow lips. She looks up, turns toward the camera, smiles: streets damp after the rains of August, September, in a Mexico City that doesn’t exist anymore. She walks down a residential street in a white coat and boots. With her index finger she presses the button for the elevator. The elevator arrives, she opens the door, selects the floor, and glances at herself in the mirror. Just for an instant. A man, thirty, sitting in a red armchair, watches her come in. He’s dark-haired and he smiles at her. They talk but their words don’t register on the soundtrack. Anyway, it must be something like how was your day, I’m tired, there’s an avocado sandwich in the kitchen, thanks, and a beer in the refrigerator. Outside it’s raining. The room is cozy, with Mexican furniture and Mexican rugs. The two of them are lying in bed. Small white flashes of lightning. Entwined and still, they look like exhausted children. (They really have no reason to be tired.) The camera zooms out. Give me all the information in the world. Blue stripe. Like a blue hunchback? He’s a bastard but he knows how to feign tenderness. He’s a bastard but his hand on her side is gentle. Her face is buried between the pillow and her lover’s neck. The camera zooms in: impassive faces that somehow, without intending to, shut you out. The author stares for a long time at the plaster masks, then covers his face. Fade to black. It’s absurd to think that this is where all the pretty girls come from. Empty images follow one after the other: the reservoir and the woods, the cabin with a fire in the hearth, the lover in a red robe, the girl who turns and smiles at you. (There’s nothing diabolic about any of it.) The wind tosses the neighborhood trees. A blue hunchback on the other side of the mirror? I don’t know. A girl heads away, walking her motorcycle toward the end of the boulevard. If she keeps on in the same direction, she’ll reach the sea. Soon she’ll reach the sea.
LITERATURA PARA ENAMORADOS
Me quedé en silencio un momento y luego pregunté si él creía realmente que Roberto Bolaño ayudó al jorobadito sólo porque hacía años había estado enamorado de una mexicana y el jorobadito también era mexicano. Sí, dijo el guitarrista, parece mala literatura para enamorados, pero no encuentro otra explicación, quiero decir que en esa época Bolaño tampoco andaba muy sobrado de solidaridad o de desesperación, dos buenas razones para ayudar al mexicano. En cambio, de nostalgia . . .
ROMANCE NOVEL
I was silent for a moment and then I asked whether he really thought Roberto Bolaño had helped the hunchback just because years ago he was in love with a Mexican girl and the hunchback was Mexican too. Yes, said the guitarist, it sounds like a cheap romance novel, but I don’t know how else to explain it, I mean in those days it wasn’t like Bolaño was overflowing with solidarity or with desperation, two good reasons to help the Mexican. But with nostalgia, on the other hand . . .
SINOPSIS. EL VIENTO
Sinopsis. El jorobadito en el terreno colindante al camping y las pistas de tenis. Agoniza en Barcelona un sudamericano, Distrito V, en un dormitorio que apesta. Hace mucho se fue la judía. Redes policiales. Tiras que follan con muchachas sin nombre. El escritor inglés habla con el jorobadito en el bosque. Agonía y un sudamericano canalla viajando. Cinco o seis camareros regresan al hotel por una playa solitaria. Comienzos del otoño. El viento levanta arena y los cubre.
SYNOPSIS. THE WIND
Synopsis. The hunchback on the land adja
cent to the campground and the tennis courts. In Barcelona, District V, a South American is dying in a foul-smelling room. The Jewish girl left a while ago. Police dragnets. Cops who fuck nameless girls. The English writer talks to the hunchback in the woods. Death throes and an asshole from South America, on the road. Five or six waiters return to the hotel along a deserted beach. Stirrings of autumn. The wind whips up sand and buries them.
CUANDO NIÑO
Escenas libres kaputt, tipos de pelo largo otra vez por la playa pero tal vez sólo esté soñando árboles humedad libros de bolsillo toboganes al final de los cuales te espera una niña o un amigo o un automóvil negro. Dije espera un movimiento de cuerpos pelos brazos tatuados elegir entre la cárcel o la cirugía plástica dije no me esperes a mí. El jorobadito recortó algo que podríamos decir era un póster en miniatura y nos sonrió desde la rama de un pino. Estaba encaramado sobre un pino, no sé cuánto tiempo llevaba allí arriba . . . «No puedo registrar las frecuencias velocísimas de la realidad» . . . «El giro de una muchacha que sin embargo no se mueve, clavada sobre una cama que está clavada sobre el parquet que está clavado, etc.» . . . «Cuando niño solía soñar algo así » . . . «La línea recta es el mar en calma, la curva es el mar con oleaje y la quebrada es la tempestad» . . . «Bueno, supongo que ya poca estética queda en mí» . . . «» . . . «Un barquito» . . . «» . . . «» . . .
WHEN I WAS A BOY
Stray scenes kaput, long-haired kids on the beach again, but maybe I’m just dreaming — trees dampness paperbacks slides at the end of which wait a little girl or a friend or a black car. I said wait for a movement of bodies hairs tattooed arms choosing between prison and plastic (or aesthetic) surgery I said don’t wait for me. The hunchback cut out something you might have called a miniature poster and smiled at us from the branch of a pine tree. He was up in a tree, how long he’d been up there I don’t know . . . “I can’t get a fix on the frequencies of reality, they’re so high” . . . “A girl, motionless, who nonetheless spins, pinned to a bed that’s pinned to the parquet that’s pinned, etc.” . . . “When I was a boy I used to dream something like this ” . . . “The straight line is the sea when it’s calm, the wavy line is the sea with waves, and the jagged line is a storm” . . . “Well, I guess there isn’t much aesthetics left in me” . . . “” . . . “A little boat” . . . “” . . . “” . . .